miércoles, 19 de enero de 2011

Lo malo de actualizar poco es que hay que resumir y ponerse a elegir el tema del que se va a hablar.

Pero hoy, sin pensarlo mucho, me decantaré por el olor del hogar materno y paterno, ése que se te mete en el cerebro y no se marcha, por muy lejos que estés de casa o por muy poco que la visites.
Esta mañana me he puesto una camiseta que mi madre había lavado en España y el olor me ha teletransportado allí durante un ratito: he estado triste un segundo y al momento he pensado "qué olor más rico", el de casa. Y es que las vacaciones de Navidad se han pasado muy rápido, pero han sido suficientes para cargarme de pilas otra vez y prepararme para pasar otra temporada en el exilio. Me ha tranquilizado ver que las cosas siguen como siempre: la cocina es el lugar de reunión con mi madre y su café de mediatarde o mediamañana, mi hermana canta a gritopelao en el baño o por el pasillo, mi hermano canta en falsete y mi padre lee cómics que coge de la biblioteca...

He estado tan a gusto que me costó volver a este otro olor (húmedo todavía, será porque lloré mucho al volver), el de mi otra casa, que nos ha recibido con luz de verano y sin lluvia, por fin. Las horas de avión son estupendas para pensar que estás demasiado lejos, que es difícil tener a la gente que quieres a tantas horas de distancia, y te haces un montón de propósitos que casi se te olvidan cuando empiezas de nuevo con tu rutina de trabajo y estás con la gente de aquí...

Abres el correo del trabajo después de casi un mes de descanso y te encuentras con que una viceministra con la que estabas trabajando deja su puesto después de haber denunciado casos de acoso sexual dentro de su institución y no haber recibido apoyo del ministro (me ahorro comentarios sobre este sujeto)...Entonces ves que el olor a politiqueo rancio está otra vez presente en el día a día y echas de menos de nuevo el olor del hogar, donde el peor conflicto político es el que supone ver las noticias de antena 3 con tu padre.

Pero bueno, hay que proponerse que los malos olores se los lleve el viento, y aunque en la atmósfera laboral reine siempre un ligero tufillo, no desesperarse. Siempre puedes relajarte con el olor de una camiseta, de una videoconferencia por skype o de un mail de la familia que te dice que al hogar puedes volver cuando quieras, que te están esperando.

Feliz comienzo de año. A ver si este año las identidades misteriosas que me leen se manifiestan, aunque sólo sea para decirme que mis entradas son difusas o un coñazo...:)